[Este texto surge a partir de la invitación de parte de encargadas de la metodología del Encuentro Nacional de Mujeres Autoconvocadas a Radio HumedaLes para abrir el espacio en el primer día, en el que pudiésemos hacer una introducción sobre feminismo y hablar sobre nuestras reflexiones.]
Para las mujeres reunidas en el Encuentro Nacional de Mujeres Autoconvocadas 2018:
Hoy que presenciamos y también tenemos la suerte de participar en un nuevo momento de la ira y la organización de las mujeres, necesitamos mirar en retrospectiva hacia nuestra historia como feministas para comprender que esta explosión sin precedentes en el mundo universitario, que ha llenado este espacio de mil mujeres esta mañana, corresponde a un proceso histórico del que no podemos enajenarnos…. Al contrario, tenemos la responsabilidad política de hilar esta fuerza, de preguntarnos de dónde vino, y cómo es que llega a constituirse la gran revuelta de este tiempo.
Ustedes están uniéndose a un movimiento o pensamiento que es histórico. El feminismo tiene larga data como propuesta cultural y emancipatoria. Las invitamos a pensar y preguntarse concientemente si desean sumarse a esta lucha de las mujeres por transformar el patriarcado desde la raíz.
Quiero contarles que en este territorio -como en todos- las mujeres atesoramos una gran tradición rebelde. Ya desde inicios del siglo pasado, en 1913, las mujeres comienzan a gestar las primeras organizaciones que buscaban exigir derechos y mejoras en las condiciones laborales. Conseguimos en 1877 el derecho a estudiar, en 1913 en el norte de chile, Belén de Sárraga lucha para liberar a las mujeres del fanatismo religoso y la opresión masculina. En 1931 conseguimos el derecho a aborto terapéutico, siendo uno de los primeros países de América Latina en lograrlo y en 1935 surge el MEMCH que luchó por igualdad jurídica y derecho al trabajo.
Luego, viene el período de las sufraguistas, de quienes podemos aprender de su ardua lucha para obtener el voto femenino, en una sociedad donde las mujeres no contábamos con derechos básicos ciudadanos: tuición de hijas/os, administración de recursos, derecho a estudiar, a control de la reproducción, etc. Aprendimos de las sufraguistas y las mujeres de este período, la importancia de la acción directa, la desobediencia al orden establecido, el coraje de oponerse al patriarcado en un período de la historia patriarcal de máximo auge. Luego de conseguido el voto, vendría un largo silencio… hasta que llegásemos a la dictadura militar.
En medio de la dictadura, a fines de los 70′, las mujeres comienzan a organizar la rabia contra el tirano, y también denuncian el machismo al interior de la izquierda. “Democracia en el pais y en la casa” es el lema de las osadas refundadoras del feminismo en el país. Destacamos entre ellas la propuesta -tremendamente vigente hoy- de Julieta Kirkwood, Margarita Pisano, quienes nos invitaron a la rebeldía femnista y con sentido propio; y a pensar qué entendemos por hacer política feminista realmente fuera del patriarcado y sus lógicas, organizaciones, sus partidos y estrategias de machos.
Las mujeres que lucharon contra el dictador aprendieron que hacer política con hombres, sólo perpetúa el patriarcado. En la izquierda se sigue creyendo que la lucha de las mujeres es secundaria – o en el mejor de los casos – complementaria a la lucha de “los pueblos”, como si el pueblo fuese asexuado.
En los 90, devuelta la democracia, las mujeres volvemos a encontrarnos. Muchas aún creyentes del Estado y sus políticas, se van al gobierno con la esperanza de que podrán hacer política feminista. En 1993, en el Encuentro feminista latinoamericano, el feminismo chileno se fragmenta entre quienes aún creen en el Estado y sus hombres; y las que consideraban que nuestra política, es una propuesta de transformación completa del patriarcado. No es reformista, no está para mejorar el patriarcado, no desea poner paños fríos a la grave situación de las mujeres. Las feministas que optan por el patriarcado como espacio para crear sus políticas se fueron al Sernam, liderado por una mujer antifeminista (Soledad Alvear). Las feministas que optan por seguir haciendo una política fuera del patriarcado, optamos por la autonomía completa para crear nuestra valiosa transformación. El Feminismo autónomo nos permite un espacio de creación de otra cultura.
La historia no es lineal, de manera que no podemos ser ingenuas y pensar que las mujeres antes estábamos peor. Al contrario, somos una generación de feministas habitando el momento histórico de la caída del patriarcado, como dice Andrea Franulic acerca de este movimiento de estudiantas feministas en todo el territorio: “Presenciamos el fin de la era del hombre”. Sin embargo, al caerse a pedazos, el patriarcado intentará con más fuerza acecharnos. Por eso, debemos estar ALERTA, pues hoy más que antes, nuestra fuerza creativa y nuestra rebeldía está SIENDO VIGILADA por el patriarcado. Este patriarcado obsoleto y agónico, querrá cooptarnos, robarnos e instrumentalizarnos, pues necesita de nosotras y nuestras ideas para seguir vigente.
Y que se sepa que NO estamos disponibles! Que florezcan y maduren en nosotras los aprendizajes de las que nos antecedieron, y que comprendieron -después de todo y en diferentes momentos de la historia-, QUE NUESTRA POLÍTICA FEMINISTA ES AUTÓNOMA, que nuestra rebeldía halla su sentido en la experiencia de nuestras cuerpas sexuadas, sobrevivientes al patriarcado y sus condiciones de guerra y violación.
Esta conciencia sólo será posible si asumimos la responsabilidad política de buscarnos en la historia, fuera del relato del hombre. Fuera de su construcción de mujer femenina, mujer madre, mujer fuerza de trabajo fundamental de la rueda patriarcal; fuera de sus hitos, sus dogmas, sus dioses, ideologías, sus partidos, sus estrategias y rebeldías de macho. Sólo este desprendimiento de la cultura del hombre y su relato sobre nosotras, nos dará la libertad y la experiencia DE ESTAR CREANDO UNA POLÍTICA PROPIA, UN SENTIDO PROPIO DE LA REBELDÍA, desde donde podamos crearnos formas más genuinas y libres para ser y estar en el mundo; para ser y estar en relación con otras y con nosotras mismas.
La rebeldía feminista es orgánica, nos conecta con sentidos libres para existir; y sin embargo este movimiento no está excento de dolores… la traición de las feministas institucionales y las académicas; y el consecuente FEMINISMO DE LA IGUALDAD, son un ejemplo no tan lejano. El patriarcado instaló desde muy temprano en nosotras la misoginia y el desprecio a las mujeres; y al interior del movimiento, también existen mujeres antifeministas que trabajan en contra de las otras, interviniendo y despistando nuestra revolución en sumiso servicio a los intereses del patriarcado.
Estemos atentas, busquemos sanarnos de la misoginia permanentemente; seamos feministas y pongamos en cuestión TODO. Hasta nuestra propia misoginia, hasta nuestro miedo a la diferencia… Todo. También la forma en que estamos amando… la comunicación y el silencio que eligimos a diario. Todo.
La rebeldía nos hace bien. La ruptura nos libera y de seguro muchas de ustedes se sienten felices de todo lo aprendido hasta hoy. Y con todo derecho, pues son protagonistas de una explosión de la rebeldía feminista masiva, sin precedentes. Y con toda razón, porque más allá de las demandas ancladas a la universidad -institución patriarcal- esta revuelta que han armado nos da fuerza a todas las mujeres, porque todas tenemos la experiencia común del abuso y la violencia sexual en nuestras cuerpas o en las de mujeres que son parte de nuestra genealogía.
Los frutos más sabrosos de esta siembra no se relacionan con la academia patriarcal, sino con la rebeldía feminista cultivada en el proceso; y con toda la organización de mujeres que se avecina a la vuelta de la esquina de esta contingencia.
Bienvenidas a esta lucha. Al feminismo autónomo, a la idea radical de que somos humanas, legítimas, pensantes. No caminan solas, estamos acompañadas de nuestras ancestras, de las brujas, de las mujeres que resistieron al patriarcado en diferentes momentos de la historia, de las que trabajaron duro por dejarnos pistas que nos ayudan a dar sentido a la política.
Bienvenidas a esta lucha que es un baile, que es goce, que es placer.
Las invitamos a tomar en serio este rol histórico que hoy día representan, a buscar una política autónoma, a recuperar la salud del cuerpo, del alma; a recuperar el amor; y sobretodo a recuperar la capacidad humana arrebatada por el hombre, de PENSAR. DE COMUNICARNOS. DE SER CRÍTICAS. DE HACER POLÍTICA, DE TRANSFORMAR Y CREAR CULTURA.
Las llamamos también a recuperar las palabras! Que esta lucha sea feminista, fuera del fracaso de la igualdad patriarcal y su perspectiva de género instrumental al sistema. Que las autoconvocadas se pregunten entonces, si esta rebeldía que representan no es acaso la histórica autonomía feminista? Y que retomemos con esta fuerza el feminismo como proyecto de cambio civilizatorio radicalmente opuesto al patriarcado neoliberal racista. Sin olvidar que tal revolución tiene lugar primero en nosotras; en el gesto antimisógino de INFORMARNOS sobre la lucha histórica de las mujeres en este territorio y el mundo.