Editorial 25.11.19

A 40 días del mayor estallido social que se ha registrado en Chile desde el fin de la dictadura cívico militar, volvemos a escuchar un discurso presidencial cargado de amenazas en contra de quienes manifestamos nuestro legítimo deseo de una vida que nos garantice condiciones dignas para todas las personas que habitamos este territorio.

Nuevamente los medios hegemónicos prestaron sus micrófonos y cámaras, actuando como cómplices de un discurso de amedrentamiento que busca silenciar la lucha social, los anuncios otra vez se centran en el fortalecimiento del contingente policial que reprime a quienes salimos a las calles, y frente a esto los periodistas aceptan asistir sin la posibilidad de hacer preguntas, renunciando al primer artículo de su código de ética que indica que “Los periodistas están al servicio de la sociedad, los principios democráticos y los Derechos Humanos” con ese silencio el servicio se presta a quienes tienen el poder y las armas.

El panorama no fue diferente al de los discursos anteriores, ya que en vez de responder a las demandas sociales lo único que hizo el presidente fue informar la salida de más fuerza policial a las calles, esto bajo criterios absolutamente irresponsables como lo es el egreso anticipado de estudiantes de la escuela de carabineros, frente a esta decisión nos preguntamos ¿bajo qué ética estaría permitido el egreso de médicos sin finalizar su carrera? 

El domingo se informó en la televisión abierta que el presidente de la república enviará un proyecto de ley que permite la militarización de todo el territorio chileno, autorizando la salida de militares a la calle sin la necesidad de declarar estado de excepción. Piñera en su discurso llama a Militarizar los servicios “públicos”, servicios que en su totalidad pertenecen a empresas privadas (el transporte, la luz, el gas, incluso el agua es privada en Chile), sabemos que el único objetivo de este anuncio es proteger la propiedad privada, esto sin importar que las fuerzas armadas sigan mutilando ojos o incluso asesinando a personas con el fin de sembrar el miedo y traer a nuestras memorias los episodios más crueles de la dictadura de Pinochet.  

En Chile ya existen zonas militarizadas como la Araucanía, en donde los habitantes del pueblo mapuche sufren a diario el terrorismo de estado que allana escuelas e incluso asesina a peñis bajo montajes, como es el caso de Camilo Catrillanca; las fronteras del norte también son territorio militarizado, en agosto de este año se publicó en el diario oficial el decreto que otorga a las FFAA la facultad de participar en el resguardo del territorio fronterizo, esto en el marco del “Plan Frontera Segura” cuyo fin es impedir el derecho a la migración de personas pobres provenientes de otros países de América Latina. 

Ya sabemos que Chile no es un oasis en América Latina, el estallido social del 18 de octubre le demostró al mundo entero que Piñera miente sin reparos, y con respecto a la militarización que nos amenaza tan fuertemente en estos momentos, tampoco somos un oasis, en este continente la militarización comenzó hace ya varios años; en Argentina Macri creó el plan “fronteras protegidas” (2018), en Brasil se han militarizado las favelas declarando que con esto se terminará con la violencia, en México y Colombia (Plan Colombia año 2000) bajo la excusa de la lucha contra el narcotráfico se han militarizado sectores populares e indígenas, en todos estos casos la militarización del territorio ha significado un aumento significativo de las violaciones a los derechos humanos por parte de militares, especialmente en territorios indígenas, en el caso de las mujeres la militarización sólo ha significado el aumento de violaciones y abusos sexuales, en todas estas experiencias la población más vulnerable son quienes sufren la mayor violencia, pobres, pueblos originarios, mujeres, migrantes, afrodescendientes, niñas y niños; y aunque en todos los países la salida de militares de sus cuarteles se ha “justificado” en un discurso de paz, en ningún caso esto ha sido así, lo que se ha logrado es seguir resguardando los privilegios de los sectores poderosos. 

El Sr. presidente cada día recrudece más su discurso, trayendo consigo una cartera de nuevas medidas para perfeccionar la represión y la violencia. Corto de ideas y sin aliados a nivel interno, la ayuda colonialista no tardó en llegar, siendo Inglaterra, Francia y España quienes “altruistamente” traen su experiencia en el ataque a civiles. 

Experiencia que en Francia ha significado pena de cárcel y otros procesos judiciales, a través de acciones que en la actualidad se traducen en más de 3.000 sentencias hacia quienes se manifestaron en contra de las medidas económicas de Emmanuel Macron (verdaderos “Chalecos Amarillos”),  y de las cuales al menos 400 han acabado en condenas de prisión (HISPANTV). Misma Policía que tiene a cerca de 150 de éstos manifestantes bajo escucha telefónica, según informa el semanario francés Le Point.  Policía, que al igual que en Chile, se encuentra fuertemente cuestionada por el uso excesivo de la fuerza contra quienes se manifiestan. Mientras que el gobierno francés busca implementar leyes que aumenten las capacidades represivas de la policía, coincidencia….  

Sumido en la negación Piñera miente y, como si fuéramos objeto de su deleite, nos hace vagar en entre su (pésimo) humor, su bolsillo y su (in)capacidad de cerrar acuerdos. Sus palabras, totalmente desviadas de los temas de fondo, optan por la represión, la violencia y persecución, “por razón o la fuerza” tal cual él lo dijo, sabemos que la razón no es parte de su plan.

El domingo, una vez más en Chile firmaron la “paz” con la misma mano que aprieta el gatillo.

Hoy más que nunca seguiremos en la lucha contra los planes de militarización de América Latina, las mujeres y los pueblos que la habitamos tenemos la fuerza y sabiduría de nuestras ancestras y no permitiremos una nueva operación Cóndor.