Así está escrito en un lienzo con letras en azul y rojo, que reposa sobre los muros de la ahora cercada y ruinosa ex maestranza de San Bernardo, en la villa del mismo nombre, al sur de la región metropolitana.
Es la noche del 11 de septiembre y un grupo de vecinas y vecinos, prenden velas bajo el lienzo y frente a las imágenes de los 11 obreros ferroviarios, secuestrados y ejecutados por agentes del ejército en 1973.
El edificio de la maestranza, situado en un terreno que ocupó en su momento 45 hectáreas totales de extensión, es un testigo silente de un pasado centrado en el trabajo y la organización de trabajadores y trabajadoras, donde funcionaron dos periódicos, un club deportivo, un estadio y donde se construyó la primera locomotora armada completamente en Chile.
En 1995 los terrenos fueron entregados a un proyecto inmobiliario que construyó la actual villa, algunas de cuyas calles llevan los nombres de los obreros ferroviarios asesinados. El edificio, que desde 2010 tiene categoría de Monumento Histórico, espera ahora la construcción de un boulevard comercial que tendrá fuerte impacto en la vida del barrio.
Es en ese sitio, donde un grupo de personas continúa en el afán de sostener la memoria política, social y simbólica del espacio y el reconocimiento de las vidas de los 11 obreros, secuestrados desde sus domicilios por comandos de la Escuela de Infantería de San Bernardo, llevados hasta el cerro Chena de la misma comuna y ejecutados el 6 de octubre de 1973.
Es un acto sencillo, al que acuden vecinas, vecinos y personas venidas de comunas aledañas.
Mónica Monsalves, hija de Adiel Monsalves, uno de los obreros ejecutados, e integrante de la Corporación Memorial Cerro Chena, lleva los mismos casi 50 años desde el golpe cívico militar, buscando justicia para su padre y los demás asesinados.
“Para nosotros la historia de dolor comienza un 11 de septiembre de 1973 y es un deber moral estar acá con los rostros de nuestros familiares, es un deber recordar y hacer memoria, memoria que le hace tanta falta a este país”.
Mónica cuenta acerca de una historia de dolor, impunidad e injusticia que se ha vivido por 49 años, donde los familiares han recibido, como ella relata, solo cuotas de justicia.
“Lo único que hemos recibido los familiares organizados, las organizaciones de derechos humanos han sido cuotas de verdad, cuotas de justicia. La justicia y los tribunales han tardado 49 años en poder procesar a los criminales; les han dado tiempo para envejecer.
Ya no nos enfrentamos a la impunidad legal, nos estamos enfrentando contra la impunidad biológica, impunidad biológica que es imposible poder detener, que también arrastra a nuestras madres que ya han partido, a nuestras abuelas que ya han partido, incluso a muchas viudas que han partido y no han visto la justicia por la que tanto y tanto se luchó”.
Al costado de las imágenes de los obreros ferroviarios asesinados se ubica la Cordeleada Mujeres Recordando Mujeres del Observatorio de Mujeres y Medios. En ella pueden reconocerse las imágenes de las mujeres, adolescentes y niñas sujetas de la violencia golpista. Una vecina que circula por el lugar y hace parte de la actividad, se refiere a lo que implica para ella conocer esas historias:
“Es muy fuerte sobre todo este año, pa’ mi es muy emocionante, y yo creo que esto recobra mucha importancia ahora, me emociona mucho porque son mujeres, podría haber sido yo la que estoy en esta foto. Es algo que debemos mantener en la memoria siempre e interiorizarnos porque son mujeres comunes y corrientes, podrías haber sido tú, yo, cualquiera de nosotras que por tener un pensamiento nos podría haber sucedido que hoy día no estamos aquí vivas. Entonces es fundamental seguir todos los años replicando estos actos para que las generaciones que vienen puedan saber lo que aquí pasó y de esa manera no volver a repetir”.
Recién en febrero de este año, el cerro Chena, espacio de fuerte identidad para la comunidad sanbernardina, logró el reconocimiento como Sitio de Memoria.
Una larga lucha encabezada por Mónica Monsalve y la Corporación Memorial Cerro Chena. Un hito que si bien no repara, al menos reconoce en parte el lugar como un sitio de tortura y ejecución, un lugar al sur de la capital que supo de los horrores de la dictadura y reconoce la lucha de quienes la combatieron.